viernes, 26 de octubre de 2012

Invisible.

A veces la inspiración se vuela con los recuerdos, desaparece junto con el dolor, se volatiliza al lado de las lágrimas y se funde con los sueños hasta hacerse invisible. Cuando la felicidad recorre tus venas, y las sonrisas se alternan entre sístole y diástole, suspiro y espiro, la imaginación se esconde en el lugar más recóndito de tu mente. Aparentemente, la creatividad se ha vuelto invisible, ha cogido su capa de color desconocido y se ha dejado llevar por el viento hasta lugares lejanos y perdidos por el mundo, donde no puedas encontrarla. En ese momento piensas que le has dicho, sin querer y con todo el dolor de tu corazón, adiós a la fuerza que creías inalienable y dirigía tus dedos al escribir, al pulsar las teclas, al sujetar la pluma mientras la deslizabas por el papel, creando dibujos con forma de letra. Y, en el fondo de tu ser, escondido en un rincón de tu alma, vagando por dentro de tu cerebro, hay una pequeña voz que te dice que necesitas estar triste para que vuelva.

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